Diario 2
Diario filosófico 2
Empiezo confesando que una de mis
primeras impresiones al ver el programa del curso fue de extrañeza, incluso algo
de recelo por encontrar que allí había un componente de creatividad y
experimentación en la escritura, ahora que leo por primera vez a Donna Haraway
y a penas inicio a dar forma a su pensamiento, creo ver que la proveniencia de
aquella predisposición tiene mucho en común con lo que ella misma denuncia y
crítica como canon cognitivo, ese ejercicio de poder que busca manifestarse mediante
la objetividad, legislando prohibiciones y que como ella misma enuncia sitúa el
conocimiento. Esta tendencia se exhibe con fuerza y preponderancia en aquellos ámbitos
que interpelan nuestra formación, al menos en mi experiencia uno llega a la
academia desprovisto de configuraciones o con vagas ideas acerca del mundo intelectual,
se entra más bien cargado de creencias, prejuicios, expectativas y todo un
entramado de subjetividades, quizá con potencias interesantes para ser
desarrolladas, pero durante el proceso parece encontrarse el imperativo de filtrar
esos pensamientos propios, purificar a la luz del texto filosófico clásico con definiciones
y argumentaciones lógicas estrictas, y por todo lado concebimos esa rigurosidad
que en los mismo insumos clásicos parece hacer exigencia de someter la imparcialidad,
de modo que algún día se termina pensando; ¡caramba! tantos objetos inteligibles
por captar, una razón pura por asimilar y un espíritu absoluto al cual integrarse
y yo acá malversando mis energías en atender esas sensibilidades que me hablan
a gritos, ya pronto se va integrando uno a ese aparato epistemológico y de vez
en cuando avistando una crisis por esos ruidos internos, véase por ejemplo los
textos que producimos, donde pocos yoes se atisban, y abundan los “según el
autor”. No me refiero exclusivamente a la reproducción de material ya pensado,
cosas en serio interesantes he leído de colegas, pero en ultimas nadie sabe quién
es esa persona con quien se ha compartido uno, dos o un montón de cursos, yo
mismo más allá de buscar jugar con las palabras en un escrito, pocas veces dejo
ver eso que me inquieta más allá de un plano conceptual, vaya jaulita lingüística
que he escogido decorar.
En ese mismo plano de la objetividad
que busca excluir el error y la diversidad, entre líneas lo propio humano, la ciencia
se toma el puesto de jerarca, y no para de disparar sus verdades que son los
mismo artefactos que ella diseño, certezas, pruebas, hechos, hasta el punto de
sofocar la visión y el pensamiento, en ese hastió muchos deciden rechazarla,
otros como yo, no científicos y ya no artesanos, flotamos en la ambivalencia de
querer criticar pero carecer de los
medios para hacerlo, entonces eventualmente resultamos sobrecogidos por
la “evidencia” que se muestra evidente, persuadidos por esa retórica propia de
la disciplina, o se es un insensato que no quiere aprender, con quiere conocer.
Me quedan una enorme cantidad de incertidumbres y molestias, vaya que es difícil
desaprender, por el momento ¿Qué podemos hacer con ese atisbo conceptual de la “ideología
sobre la objetividad”? Y en relación,
pero más cercana aún ¿seguiremos escondiendo y amputando nuestros cuerpos sobre
el papel?
pareciese que somos mas grandes y menos controlables de lo que alguna vez nos dijeron que eramos... "des-aprender" gracias por esa palabra, la relaciono un poco con una palabra mas mundana que uso aveces"improvisar", y creo que las dos se llevarían bien...
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