Diario 3


Reflexiones sobre la vista
Entre toda la información externa que puede registrarse en los sentidos y sus correspondientes órganos, encontramos una preponderancia en las recepciones del ojo sobre los demás sentidos, ya desde la antigüedad se otorgaba ese lugar de jerarquía a la vista, en cuanto que parece ser la representación más completa, fiel y capaz de organizar la realidad y dotarla de sentido. La técnica y su desarrollo han provisto al humano de nuevos instrumentos de visualización y usos de la mirada, el catalejo, las lentes y microscopios son algunos ejemplos de esta expansión del ojo. Donna Haraway nos enfrenta a la pregunta sobre qué realidad se habla o se ve, develando los trucos e intenciones que subyacen el manejo de la visión, así pues no hay visión sin alguien que mire, desde un lugar que le presenta un horizonte con limitaciones para ver, más nunca la vista es el mismo horizonte o una mirada universal.
Con algo de frustración pregunto ¿Qué sucede hoy con nuestra vista? ¿Cuáles son las maneras en que estamos representando o construyendo la óptica del mundo? Estoy indagando desde mi casa, de la cual no salgo casi que en lo absoluto desde aproximadamente dos meses, frente a una pantalla, en la cual he pasado o reducido gran parte de mí tiempo este semestre, y, me resulta evidente que la cuarentena y el imaginario del enemigo que está allí afuera han empobrecido entre una de varias cosas, mi rango de visión, parece que quede instanciado o estancado frente a los mismos objetos, la sala de estudios, el comedor, la cocina, la terraza y la habitación muestran una aura desgastada, como si hayan desistido de cualquier novedad, los colores nocturnos de la madrugada en contraste con el saturable blanco de los papeles, de los apuntes, de las páginas web, de los montones de pdf por devorar, coactan el espectro de satisfacción visual, o mejor, le condenan a la pérdida de su gusto, desaparecen los matices, las cegueras del sol, los rostros de desconocidos, las diferentes emotividades que surgen al ver lo que no está predestinado a encontrar la vista. Los patrones visuales que vagan sueltos en el mundo se esfuman desde este sillón y esta pantalla. Y es precisamente la pantalla un objeto que me produce un estado sintomático, desde Haraway las prótesis adquieren un papel en la construcción de sentidos, significados y cuerpos, hoy dicho objeto pretende ser el único puente de representación y conexión con el mundo, con aparente desinterés quiere mantenernos informados de lo que pasa allá fuera, la ventana de nuestro monitor, teléfono, televisor se alza como la posibilidad de encuentro con la realidad, pero sospecho será más preciso adjetivar esa realidad como simulación, como encuentro virtual amputatorio, mientras se consolida la extensión de la vista, se aniquila el tacto, el olfato y en cierta medida la naturalidad de la escucha, en dicho espacio casi metafísico de navegación y servidores -casi, porque existen cables que respaldan su existencia- tengo la impresión que el ojo ocupa un puesto de vulnerabilidad, puede ser manipulado, guiado y motivado para que pensemos únicamente lo que se lo pone a la vista, quizá por eso es tan recurrente escuchar en estos días que ciertas personas declinan el uso de estas pantallas, prefiriendo no informarse antes que poner sus ojos ante esos simuladores de imágenes ¿Qué sucede con nuestra actividad, con nuestra crítica y análisis si nuestro posicionamiento se reduce drásticamente y la oferta visual solo es electrónica?  ¡Vaya asunto tan delicado! Y eso que no hable de los otros tipos de amputaciones que provoca la cuarentena.



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